viernes, 18 de febrero de 2011

¿Por qué los niños se orinan en la cama y como evitarlo?

¿Por qué los niños se orinan en la cama y como evitarlo?
Orinarse en la cama es un trastorno común en muchos niños, situación que puede ocasionar problemas en sus relaciones sociales, pero que suele curarse fácilmente con tratamiento adecuado.

El término médico con que se conoce cuando el niño se orina en la cama es "enuresis nocturna" y si un niño empieza a mojar la cama después de un largo período de sequedad, se denomina enuresis secundaria, mientras que la evaluación y el tratamiento son las mismas para ambos.

Levantarse por la mañana y comprobar que la cama está mojada es un grave problema para muchos niños y niñas cuando han superado los cinco o seis años de edad.

La enuresis nocturna monosintomática, como se conoce científicamente al hecho de orinarse en la cama, es la descarga involuntaria y persistente de orina durante la noche tras haber superado los 5 ó 6 años, siempre que no haya indicios de una patología orgánica que origine la micción. Así se define y se añade que se trata de un trastorno y no de una enfermedad.

La enuresis afecta al 35% de los niños. Es un trastorno cuyos casos más persistentes deben ser tratados médicamente, aunque un 15% de los pequeños lo supera sin necesidad de tratamiento.

La enuresis es un problema que no tiene un solo origen, sino que responde a causas multifactoriales, según estas pueden ser:

Psicológicas: La ansiedad puede provocar en muchas ocasiones las pérdidas de orina, incluso en niños que ya no mojaban la cama desde hacía tiempo. Comenzar a ir al colegio, un cambio de vivienda, problemas familiares de diversa índole o la llegada de un bebé a casa pueden ser el revulsivo para la aparición de este trastorno.

Fisiológicas: La micción descontrolada puede deberse a la inmadurez, así como a alteraciones o malformaciones del sistema urológico. Cuando es este el caso, muchas veces se producen también pérdidas de orina durante el día. El control voluntario de los esfínteres comienza entre los quince y dieciocho meses y el primer signo de control voluntario es la concienciación del niño, el darse cuenta de que se ha mojado, incluso, señalándose la zona húmeda.

Herencia genética: Los niños cuyos padres se han orinado en la cama después de los seis años, tienen más posibilidades de padecer enuresis nocturna. Si ambos progenitores tuvieron el problema, existe un 70% de probabilidades de que su hijo también sufra enuresis, posibilidad que baja hasta un 40% si sólo uno de los padres padeció el trastorno.

Ya sea por unas u otras causas, el problema no afecta del mismo modo a ambos sexos, y es más frecuente entre los varones que entre las mujeres. Así, los estudios realizados hasta el momento señalan una incidencia del 20% en el caso de los niños, porcentaje que desciende hasta el 15% entre las niñas.

Para poder evitar que los niños y niñas que se orinan en la cama lo hagan muy frecuente lo primero y principal que hay que hacer: Antes de acostarse a dormir siempre llevarlo a orinar, y si ya se durmió levantarlo a orinar y luego que vuelva a dormir. El niño debe acostumbrarse a descargar su vejiga antes de ir al baño.

Disminuye los líquidos antes de acostarse: Evita que el niño tome demasiado antes de ir a la cama, ya que por más que los llevemos a orinar tendrá en su sistema mucho líquido que procesar.

Algunos consejos extra:
- El niño tiene que tener fácil el acceso al baño.
- Premia y recompensa o felicita a tu niño si logro no mojar la cama. Esto lo hará sentirse mucho más seguro.
- Si todavía es pequeñito puede ponerle pañales a la noche.
- No permitas que ningún habitante de la casa le haga bromas o se burle porque él se orina en la cama.

Una buena idea es dejar iluminado el baño para que no tenga miedo, muchos niños le temen a la oscuridad y quizás no quieran levantarse por eso.

Si no funcionan los anteriores consejos acuda al pediatra ya que podría tener problemas de salud o consulta a un psicólogo.

Tomado de mujer.com

sábado, 12 de febrero de 2011

Tiempo y espacio

Por Elena Tamargo


En casa, el tiempo y el espacio no son necesariamente componentes de una teoría científica. Probablemente, Albert Einstein, quien formuló desde esos conceptos la Teoría de la Relatividad, tendría un desaprobado en el tiempo y el espacio domésticos. Era un hombre entretenido que padecía —y hacía padecer— su desprecio por la forma en que el orden en casa beneficia el tiempo de los que la habitan.

Con toda seguridad habrás llegado a donde una amiga que te ha hecho pasar al interior de su vivienda combinando el saludo con la frase hecha: “No te fijes en el desorden”, a lo que debió seguir una justificación para que su espacio, el espacio del hogar, estuviese en un estado lamentable.

La organización de todo lo que integra la vida bajo tu techo podría parecer a algunas personas una noción puramente estética. El orden, sin lugar a dudas, hace de las casas —aun de las más humildes— un lugar bonito, que habla por sí mismo de las personas que la habitan y, especialmente, de la mujer que la dirige. Pero, el desorden no sólo ofrece una valoración negativa sino que crea un serio problema: la pérdida de tiempo.

Es aquí que se unen espacio y tiempo en un solo inconveniente que extiende cualquier tarea de manera irracional y conspira contra tu tiempo. Todas las mujeres que aprecian su vida personal —porque además de la atención al hogar necesitan realizarse en otras actividades de cualquier naturaleza, incluido el trabajo— saben que serán más libres en la misma medida que los deberes hogareños le consuman menos tiempo.

Aquí entran a jugar los beneficios de la tecnología, que suponen una mayor eficacia; digamos una productividad más alta, en multitud de ocupaciones: lavar, fregar, limpiar, cocinar… todo eso, y más, puede tener en tu casa el apoyo de los adelantos técnicos del equipamiento doméstico. En cambio, sigue siendo el orden y el método lo que le hará realmente tus mejores aliados.

Tu lavavajillas podrá ser de última generación, podría decirse que trabaja “por su cuenta”; pero una cosa es el dicho y otra, el hecho. Si acumulas en la cocina la vajilla sucia, mezclándola con lo que no se ha utilizado; si friegas a mano lo que necesitas de inmediato teniendo el dichoso aparato lleno porque ni siquiera lo has abierto, te encontrarás con un problema: el fregado, a pesar de estar a cargo de una tecnología de punta, te hará invertir un tiempo precioso en algo que debía ahorrártelo y, de paso, ese espacio de limpieza por excelencia tardará en tener el aspecto que requiere.

Si se logra mantener el orden diario, como una rutina, nunca se llegará al caos de tener que empezar de cero. Para eso necesita establecer un lugar para cada cosa, economizar y aprovechar al máximo los espacios para guardar usando el ingenio. Las cosas de uso habitual deberán ubicarse al alcance de la mano, mientras las otras que no se utilizan diariamente pueden tener un lugar más escondido.

El orden no significa la monotonía sino invertir en buscar una camisa los diez segundos necesarios. Para no perderte escarbando y revolviendo, primero tendrías que encontrar el sitio donde cada cosa debe estar y, más tarde, organizarlas de acuerdo a la lógica y las necesidades. Por ejemplo, tu ropa limpia y la de tu esposo deben estar, indudablemente, en los closets o armarios de la habitación matrimonial. No en el baño o en el cuarto del niño. Y en esos espacios destinados a guardarla sería necesario un orden por tipo de pieza, sin mezclar la tuya con la de él.

Las cosas menudas, como las joyas o la bisutería pueden rodar y rodar por la casa hasta el día en que las necesitas, que hay que hacer sonar la alarma y poner a todo el que viva contigo a gatear por las habitaciones. Es preferible que tengas el cuidado de usarlas y devolverlas a su sitio.

Los libros y los papeles, importantes o no, son los mejores aliados del desorden. Se justifica que puedan aparecer en cualquier lugar mientras estén en uso; porque un libro sobre la mesita junto al sofá no es desorden sino muestra de que alguien en casa lee. Pero diez libros, cuatro periódicos y seis cartas del banco es sinónimo de un caos generalizado que te hará perder mucho, pero mucho tiempo de vida.

Tomado de Yahoo mujer